El testimonio de Dios |
«Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.»
1 Juan 5.11
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El pecado me rodea. Satanás me ataca. La tentación me atrae y me seduce. Mi propia carne anhela rendirse al mal.
Aunque aún fallo y caigo en pecado demasiadas veces, ya no practico el pecado. Es decir, ya no me entrego repitada y habitualmente al pecado. Ni siquiera a la codicia ni al chisme ni a la flojera ni a los malos pensamientos acerca de otros.
Esto se debe a que tengo al Hijo:
«El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» (1 Juan 5.12).
Y siendo que tengo al Hijo por haberme rendido a El, lo siguiente es cierto también:
«Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca» (1 Juan 5.18).
¡Gracias a Dios por su obra continua en mí!