Mi roca, mi salvación, mi Dios
«Viva Jehová, y bendita sea mi roca, Y enaltecido sea el Dios de mi salvación.»

Salmo 18.46

Lectura: Salmo 18.40-50

Cuando David escribió esta porción, hablaba de sus enemigos humanos. (Eso ya lo sabemos, ¿verdad?)

«Y los molí como polvo delante del viento; Los eché fuera como lodo de las calles» (42).

Pero cuando leí ese versículo esta mañana, pensé en mis enemigos no humanos. En particular pensé de mi carne.

¡Cómo lucho contra mi carne!

O tal vez no lucho suficiente. Hay veces que no más me dejo llevar por mis pensamientos.

¡Cómo batallo con mis pensamientos!

Resentimiento, desánimo, codicia, sospecha, falta de agradecimiento, fantasías — mi mente es un lugar demasiado fértil para el mal.

Quiero moler esos pensamientos como polvo delante del viento.

Mucho me gustaría echarlos fuera como lodo de las calles.

¡Ayúdame, Señor! Sin ti, mis victorias son débiles, frágiles, y vaporosas. Contigo, todo lo puedo.

[Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová (Salmo 18.49)]
tomado de Salmo 18.49

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