¡Cómo no!
«¿Cómo cantaremos cántico de Jehová
En tierra de extraños?»
Salmo 137.4
En ciertos aspectos, ¡cuán diferente es el Antiguo Testamento al Nuevo!
Por ejemplo, en lo que tiene que ver con nuestros enemigos.
«Hija de Babilonia la desolada,
Bienaventurado el que te diere el pago
De lo que tú nos hiciste» (Salmo 137.8).
¡No, no, no! Las cosas ya no son así.
En esta época de gracia, Dios nos instruye a bendecir a los que nos hacen mal (inclusive, aun a nuestros enemigos). Para el pueblo de Dios, el tiempo de venganza y maldición ha pasado y ha quedado atrás.
Nota lo que nos instruye el Señor, según se registra en Mateo 5.43-45:
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
¡Qué difícil es eso!
Fulanos han dejado manco a mi negocio. Aún no sé si sobrevivirá. Pero no quiero que Dios (ni nadie más) les pague por el mal que me han hecho.
¡No, no, no! Las cosas ya no han de ser así.
Señor, bendícelos. Y dame fuerza e integridad para bendecirlos yo también.