¿Por qué?
«Haz bien a tu siervo; que viva,
Y guarde tus palabras.»

Salmo 119.17

La vida tiene sus momentos y sus épocas difíciles y tristes. Las nubes parecen tan espesas hasta hacer desaparecer la luz. La obscuridad oprime nuestro ser. La ansiedad nos golpea con ferocidad.

¿Qué, pues, haremos?

Si somos siervos de Cristo, a El clamaremos por ánimo, paz, gozo, luz, y victoria.

Hay otra cosa qué hacer también.

«Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra» (Salmo 119.28).

¡Cuán fácilmente se me olvida apoyarme en su Palabra!

Hay que leerla. Hay que meditar en ella. Hay que aceptar sus promesas con fe. Hay que vivir según sus principios con fidelidad.

Entonces vendrá el sustento que tanto necesitamos.

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