Perdonado
«Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.»

Romanos 4.8

Hay circunstancias en las cuales parece no existir razón por qué creer.

Por ejemplo, si yo estuviera viejo «con un pie ya en la tumba» y mi esposa nunca hubiera estado encinta por causa de esterilidad.

¿Para qué tener esperanza de tener un bebé?

Conozco de sólo una razón que justificaría tener tal fe en tales circunstancias: la promesa de Dios.

Si Dios mismo nos hubiera dado la promesa firme de que tendríamos un bebé, tuviéramos razón firme para creer.

Esa fue la experiencia de Abraham y Sara:

«Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara» (Romanos 4.19).

¡Quiero tener tal fe!

Llegaré a esa fe sólo con mantener mi vista fija en Cristo. Si no pongo mis ojos en Jesús (el autor y consumador de la fe), me debilitaré en la fe.

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