Creo con confianza
«Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.»

Romanos 10.11

«Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Romanos 10.9).

Jesús murió en la cruz. Quedó bien muerto. Como se debe hacer con cadáveres, fue sepultado. Allí ese cuerpo se enfrió y se endureció. El Hijo de Dios quedó plenamente muerto.

Satanás pensó haber ganado una gran victoria contra Dios — increíblemente inmensa, esa victoria. Y vigiló y peleó duramente para impedir la resurrección de Cristo en el día señalado. Pero Dios le venció y el Señor Jesús resucitó.

Así creo yo.

Y este Cristo resucitado es mi Señor. Y no solamente Señor mío, sino Señor de Señores, el Soberano sobre todos.

Por eso le sirvo y me propongo a seguir sirviéndole. El es Número Uno en mi vida. Su voluntad es suprema. Su camino es el que he escogido y sigo escogiendo cada día.

Esa es mi confesión.

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