Libre para servir
«Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.»

Romanos 6.18

Mi cuerpo físico se compone de muchos miembros. Entre esos miembros cuento con dos brazos, dos manos, dos ojos, dos piernas, dos pies, un cerebro, y veinte dedos.

Todos esos miembros, más cada uno de los demás que no nombré, son instrumentos. Ya sea, pueden ser instrumentos en un sentido musical, como una guitarra o un acordión. O pueden ser instrumentos en el sentido de ser herramientas, como un martillo o una prensa.

Sea el sentido el que sea, un instrumento se usa por alguien para hacer algún proyecto.

Así mira Dios a los miembros de mi cuerpo.

«Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia» (Romanos 6.13).

A Dios le entregué todo mi ser, incluyendo mi cuerpo.

También le entrego los miembros de mi cuerpo para que El los use como instrumentos para hacer lo justo.

Cada miembro mío es reservado para la justicia. No quiero que ninguno sea útil para la iniquidad.

¡Soy todo para Dios!

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