Amemos como Cristo nos amó |
«No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.»
Gálatas 5.26
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Lectura: Gálatas 5.16-26
Mi carne no quiere hacer ni pensar ni contemplar el bien. Si le doy rienda suela, mi carne correrá hacia al mal.
¿Cómo controlaré a mi carne?
«Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (24).
Cristo no me llama a controlar a mi carne. Me llama a dar muerte a mi carne.
¿Y qué querrá decir eso?
En su totalidad, no sé.
Pero estoy seguro que dar muerte a la carne incluye decir «No» a sus deseos y pasiones.
Cuando la carne me impulse hacia el enojo contra alguien, daré muerte a mi carne con seguir el impulso del Espíritu Santo: el amor.
Cuando la carne me impulse hacia la codicia de esa mujer ajena, daré muerte a mi carne con seguir el impulso del Espíritu de Dios: la pureza.
Cuando la carne me impulse hacia el orgullo y el egoísmo, daré muerte a mi carne con seguir los impulsos del Espíritu: la humildad y el servicio.
Andando así en el Espíritu, daré muerte a mi carne.