Justificado por fe |
«Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.»
Gálatas 3.6
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Lectura: Gálatas 3.1-14
Todo aquel que corre en una carrera anticipa el fin. Llegar a la meta es su propósito. La meta es su enfoque. Para eso y por eso corre. En eso se invierte a sí mismo. A eso dedica su fuerza y su energía y su talento.
¡La carrera espiritual es semejante! (O por lo menos, así debería de ser.)
El propósito de esa carrera es llegar a la meta. En eso se enfoca el seguidor de Cristo. En eso invierte todo su ser.
Pero en otro sentido, la carrera espiritual es diferente.
«¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?» (3).
En otras palabras, mi carrera espiritual requiere mucho más que mis propios esfuerzos. Sin el Espíritu en mí, no acabaré la carrera en éxito. Sin el poder divino, no hay esperanza de ganar.
¡Qué nunca se me olvide esa realidad!
Quiero aprender a diariamente clamar al Señor por ayuda para vivir la vida cristiana.
Quiero aprender a diariamente apoyarme en el Espíritu Santo y su poder, no en mí mismo y lo que yo puedo hacer.