Si Clamo a Dios
«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»

Filipenses 4.7

Estoy bajo observación. Mi esposa y mis hijos me observan. Mis otros parientes me observan. Mi hermanos en la fe me observan. Mis amigos y vecinos me observan. Todo con quien trato o a quien paso en mi vida rutinaria me observa.

¿Qué ven?

«Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!» (Filipenses 4.4).

Sólo si El es mi todo y el principal enfoque de mi vida podré regocijarme en El en todo tiempo.

«Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca» (5).

No mi aspereza, no mi terqueza (¿es palabra esa?), no mi dureza, no mi tristeza, no mi flaqueza — mi gentileza.

«Por todo lo demás, hermanos…en esto pensad» (8).

Lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo de buen nombre, lo virtuoso, lo digno de alabanza — en eso debo pensar. ¡Los que me observan notarán lo que pienso!

«Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros» (9).

¿Acaso quiero yo que otros sigan mi ejemplo así?

«La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén» (23).

¡Cuánto necesito su gracia!

Y los que me observan deben poder recibir gracia divina por observar a este hijo de Dios.

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