¡Porque para siempre es su misericordia!

Al recordar aspectos de la historia de Israel, recibo ánimo y esperanza para enfrentar mis propios enemigos, mares, y otros apuros.

«Al que sacó a Israel de en medio de ellos…
Con mano fuerte, y brazo extendido…
Al que dividió el Mar Rojo en partes…
E hizo pasar a Israel por en medio de él,
Porque para siempre es su misericordia» (Salmo 136.11-14).

El Señor no se ha olvidado de mí. Tampoco se le ha acabado la misericordia para conmigo:

«El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros,
Porque para siempre es su misericordia» (Salmo 136.23).

Sí, estoy en grandes apuros. No, no veo las soluciones ni las salidas. Aún así, sé que en todo, el Dios de misericordia eterna me cuida y determina tanto mis pruebas como mis fuerzas.

«Alabad al Dios de los cielos,
Porque para siempre es su misericordia» (Salmo 136.26).

Gracias, Señor, por tu misericordia para conmigo. Y gracias también por este pasaje que me ha hecho recordar tu misericordia.