Gracia para los Demás
«Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.»

Colosenses 4.6

He llegado al último capítulo de Colosenses. Una vez más encuentro cierto concepto. Se encuentra en cada capítulo del libro.

Parece que los lectores de aquel entonces necesitaban esa enseñanza. Pero más importante para mí personalmente es que yo también la necesito.

«Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz» (Colosenses 1.12).

«Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias» (Colosenses 2.7).

«Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos» (Colosenses 3.15).

«Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Colosenses 3.17).

«Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias» (Colosenses 4.2).

«Marcos, ¡necesitas ser más agradecido!»