Padre y Dios
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de toda consolación.»

2 Corintios 1.3

Lectura: 2 Corintios 1.1-11

Un consolador ayuda a otro sostenerse en la prueba. Camina a su lado, apoyándole y animándole en la aflicción. El cristiano lleva consigo la perspectiva eterna para consolar en la tribulación temporal.

¡Gracias a Dios por los consoladores en mi vida!

Pero aún más gracias a El por ser el Consolador supremo y sin par.

«El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios» (4).

El consuelo que recibo es para mi bien en mi propio momento de necesidad. Y también es para el bien de otro en algún futuro momento de necesidad.

Dios quiere usarme para consolar a otros, extendiéndoles el mismo consuelo que he recibido de El.

Y en consolar y animar y apoyar a otro descubriré consuelo y ánimo y apoyo para mí mismo.

¿A quién consolaré hoy?