Su llamada para mí |
«Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.»
1 Corintios 11.1
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Lectura: 1 Corintios 11.1-16
Como criatura suya, mi deber ante Dios es descubrir y revelar su gloria, no cubirla u ocultarla.
Mi vida hoy (y ayer y mañana) debe ser para gloria de Dios, no para gloria mía. Mi apariencia, mis acciones, mis pensamientos, mis valores, mis palabras, mis metas — todo acerca de mí debe ser acerca de El.
El Redentor se entregó por mí. El resto de mi vida me toca a mí entregarme por El. Parte de esa entrega es buscar la gloria suya, no la mía.
Por algún motivo que aún no comprendo, una manera de relucir la gloria de Dios tiene que ver mi cabeza.
«Porque el varón no debe cubirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.» (7).
Siendo varón, si yo cubro mi cabeza con algo que lleva significado y simbolismo espiritual, también cubro la gloria de Dios. (Como dije, no comprendo por qué es esto así.)
Así que no cubro mi cabeza con semejante cosa. En ese sentido no encubro la gloria de Dios.
Pero, ¿qué de los demás aspectos de mi vida?
La gloria que quiero ocultar es la mía, no la suya. Una vez más, me propongo a vivir para la honra y gloria de Dios.