Lo de Dios es más
«Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.»

1 Corintios 1.25

Lectura: 1 Corintios 1.18-31

Quejas, orgullo, acusaciones, discordia, avaricia, egoísmo, sospechas, chismes, jactancia, contención — ¿qué se oye de mi boca y de mi vida?

Vuelvo a preguntar, ¿qué se oye de mí? Animo, alabanza, humildad, gozo, gratitud, edificación, amor, paz — ¡ojalá que sí!

En resumen aún más corto, ¿qué se debe oír de mí?

¡Cristo!

Si no proviene de Cristo, que no se oiga.

Si no exalta a Cristo, que no se oiga.

Si no declara a Cristo, que no se oiga.

«Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura» (23).

Ese versículo me hace recordar otro:

«Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús» (2 Corintios 4.5).

Y otros dos:

«Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Romanos 10.8,9).

Y partes de otros dos:

«…Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos…» (Colosenses 1.27,28).

¿Qué, pues, se oye de mí?