La Corona Guardada
«Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.»

2 Timoteo 4.8

Vivo en un mundo más y más echado a perder. La maldad se vuelve peor y más descarada. Por todos lados hay obras malas, seduciéndome al pecado. Las fascinaciones del mundo que el diablo reluce ante mi carne casi me arrastran.

Con toda esta impureza que me rodea y me acecha, ¿cómo lograré llegar a la patria celestial?

«Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén» (2 Timoteo 4.18).

Cristo es mi gran Libertador. No existe ninguna tentación de la cual El no me librará sí pongo toda mi confianza en El y si estoy enteramente rendido a El. El me preservará del mal para que me pueda dar entrada a su reino celestial.

Esa es su promesa. Seguramente la cumplirá.

Cuando por fin lleguemos a su reino en el más allá, veremos aún más claramente que fue sólo por El y su gracia obrando en nuestras vidas.

Y entonces entraremos en el coro eterno que aun en este momento ya proclama gloria a Aquel que nos hizo dignos de recibir vida eterna.

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