Hijos amados |
«No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados.»
1 Corintios 4.14
|
Lectura: 1 Corintios 4
Todos tenemos algo que hacemos bien (tal vez aun con excelencia).
Por mi parte, me es demasiado fácil envanecerme y gloriarme por esas cosas que hago bien, por los dones y las habilidades que tengo.
Pero, ¿por qué gloriarme y envanecerme?
«Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?» (7).
Lo que tengo lo he recibido de Dios — todo don, toda habilidad. Sin excepción. Aun lo que he aprendido a base de gran estudio y esfuerzo o a causa de extensa experiencia. Todo lo que conozco, todo lo que hago bien. Todo lo he recibido de Dios.
Entonces es lógico que la gloria es de Dios.
E igualmente es lógico que no es lógico que me envanezca.
Doy gracias y gloria a Dios por lo que he recibido de El. Mi deseo es usar esos dones y habilidades conforme a su plan, según su voluntad, para su gloria.